La construcción de la moladora es bastante sencilla: un motor eléctrico, generalmente asíncrono o de jaula de ardilla, de conexión trifásica o monofásica mediante condensador, montado horizontalmente sobre un pedestal o un banco, lleva acoplado en ambos extremos de su eje sendas piedras de esmeril, discos de otro material abrasivo de variable diámetro y grosor. Por eso esta máquina se llama también esmeriladora doble. El abrasivo puede estar constituido de granos de corindón, carburo de silicio u otro material de distinto grosor según la aplicación deseada. Habitualmente se colocan dos piedras de distinto grano, una para desbaste y otra para afilado.
Soportes o apoyos ajustables colocados delante del canto y a poca distancia de las muelas aseguran una correcta y segura colocación de la pieza a tratar o herramienta a afilar. Pantallas transparentes ubicadas delante del área de trabajo protegen al operario de partículas proyectadas.
Con las amoladoras el desbastado, afilado o pulido puede ser efectuado tanto en el canto como en la cara exterior de la muela.
